miércoles, 6 de febrero de 2013

INGRÁVIDAS LUCES



La pálida luna se lava la cara
en el esquivo arroyo.
De puntillas se acerca
y asoma su rostro
sobre las frías aguas.
Se contempla, sonríe,
se siente altiva y arrogante.
Peina sus blancos cabellos
mirando la negrura del triste remanso.
Su belleza eclipsa el torrente de agua
que llora su rabia.
Altanera, sabedora de su poder,
pisotea el líquido elemento.
Retumba su carcajada,
se hace dueña del universo.
El afligido arroyuelo
se encoge, se hace pequeño.
Tapa sus ojos, no quiere verlo.
Su presencia le turba,
le lastima, oprime su corazón.
Desea darle caza,
prender sus gélidas manos,
cautivarla, tomarla,
hacerla suya,
en sus aguas bañarla.
Seducción, empeño,
coqueteo, mimarla…
Y el astro claudica,
se arrima y lo observa,
se detiene un tímido instante,
suspira y le besa.
Sus labios se unen.
Todo él se baña en plata.
Ingrávidas luces invaden sus almas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por tus palabras